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El “cinco” como indicador




Por: Lilliam Maldonado Cordero


Hace un tiempo reflexionaba sobre una máxima atribuida al empresario estadounidense Jim Rohn, que apunta que “eres el promedio de las cinco personas que te rodean”, en decir, de aquellas con las que pasas más tiempo. Aunque parezca demasiado determinante, encuentro veracidad en esta expresión. Solo es preciso recordar nuestra vida, a través de los años, y cómo hemos ido modificando gustos, filosofía, hasta el vocabulario, a raíz del efecto que tienen las personas que tenemos más cercanas a nosotros.


Algunos individuos son más vulnerables que otros a la influencia de terceros. Pero, aunque muchos poseen el temperamento y carácter necesarios para no dejarse moldear por los demás, mientras más tiempo pasemos con ciertos familiares, amistades, compañeros de trabajo y vecinos, más incorporamos en nosotros algunas conductas, creencias y comportamientos, para bien o para mal. Lo importante en que tengamos la capacidad de identificar cual es el perfil de estas personas, y si nos favorecería hacer algunos cambios en nuestro entorno para evitar replicar comportamientos reprobables o tóxicos.


Asimismo, sucede con otros ámbitos de nuestras vidas. Recientemente leí una cita que posee gran valor para cualquiera que busque mejorar su vida y la relación que mantiene con otros: “La comida que comes, las personas con las que pasas tu tiempo, las ideas que hablas, tu ejercicio, tu descanso, lo que lees y los hábitos que tienes ahora construyen la persona que serás dentro de cinco años”. Ya hemos reflexionado sobre las personas con las que pasamos el tiempo, así que podemos dedicarle algún tiempito al tema de la comida que ingerimos.


Recientemente tuve acceso a un documental de 2004 titulado Super size me, sobre un experimento social de un foodie que trató de subsistir durante un mes ingiriendo únicamente del menú de una marca de fast food para ver si esta dieta tendría un efecto en su salud. Su protagonista, Morgan Spurlock, que previo al documental era delgado y saludable, ganó casi 30 libras en 30 días, (10 de estas los primeros cinco días) mayormente de grasa, y tuvo otras consecuencias. Antes del experimento, Spurlock gozaba de una salud por encima del promedio, según certificaron tres médicos subespecialistas.


A pesar de caminar al menos 5,000 pasos al día -más del promedio que muchos de nosotros-, Spurlock comienza a sentir palpitaciones a los 20 días, y visita a su internista. Al evaluarlo, el médico le urge detener el experimento, pero él estaba comprometido en terminar los 30 días. Cabe señalar que la cantidad del tipo de alimento que estaba ingiriendo superaba la recomendación de los expertos en nutrición, que apuntaron a que debió comerla en un espacio real de 8 años. Al final de esta prueba, su hígado tenía muestras de daño permanente a pesar de haber perdido todo el peso ganado durante ese mes.


Este experimento debe llamar la atención propia, pero más como padres, madres y abuelos que tenemos la responsabilidad de cuidar por los alimentos que ingieren nuestros menores. Al permitirles comer productos cuyo contenido no es de la mejor calidad y su confección requiere el uso de grasas dañinas para el organismo, estamos afectando para siempre su bienestar. Como dice el dicho, “una vez al año no hace daño”. Pero, cuando se trate de las cinco amistades como de los alimentos que más ingerimos, busquemos que no sean tóxicos. Salimos mejor haciendo ajustes.

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