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  • Foto del escritorEditorial Semana

El deporte nos sigue uniendo




Por: Myrna L. Carrión Parrilla


Los puertorriqueños nos caracterizamos porque somos amantes de los deportes y de todo aquello que envuelva emociones, fiesta y celebración. Como pueblo caribeño que el sol moldea nuestro carácter, somos de sangre ardiente y se nos hace muy difícil mantenernos callados ante un momento de gran emoción.


Nuestro pueblo, la ciudad de Caguas, ha sido ejemplo de eso. El brillante desempeño de los Criollos en el Torneo de la Liga del Baloncesto Superior de Puerto Rico, nos mantuvo en júbilo y a la expectativa de un campeonato que finalmente lograron el pasado 30 de agosto, en la cancha Roger Mendoza. Esta hazaña, tras 15 años de ausencia en la liga y 18 años sin ganar un campeonato, es algo que impactó todos los sectores y barrios de la ciudad. Ese viernes, personas de todas las edades se reunieron a esperar el triunfo. Y al completarse el mismo celebraban en sus casas, en los comercios, restaurantes, salieron a las calles, en la plaza, en los alrededores y si nos acercábamos al centro del pueblo, encontrábamos celebraciones por doquier.


Según adelantaba la serie del baloncesto superior, yo observaba como se unía la gente y en casi todos los espacios se iba haciendo tema común las gestas de nuestro equipo que comenzó primero siendo rescatado, pues hacía años que con equipo no contábamos. Como criollos que somos le dimos gran acogida y de inmediato éramos familia, la familia de “la presión”.


Somos “la presión”, todos gritábamos antes cada momento de emoción, una presión de talentos que se unieron en un equipo y terminaron siendo familia. La presión de una fanaticada ardiente y orgullosa de su equipo que no los abandonó, la presión de un pueblo que fue uniéndose tras ellos y cada día confiaban en que hicieran algo mejor. Somos la presión de un pueblo profundamente criollo, fuerte como el roble, valiente como el pitirre y que ante las amenazas se levanta con fuerza como el moriviví. Somos la presión de aquellos que no creyeron y los números, los nombres y las inversiones no les dejaba ver que para lograr algo como esto tiene que haber más que eso, tiene que haber fe y corazón y a nuestro equipo los movía la fe en un Ser Supremo, la confianza de estar respaldados por su gente y un corazón criollo más grande de lo que nadie pensó.


Vimos un pueblo de fiesta, una fiesta de hermanos, de las que quisiéramos siempre existieran, de las nos unen por encima de toda diferencia. Con Caguas celebró Aguas Buenas, Cayey, Las Piedras y Gurabo; celebró Aibonito, Comerío, Bayamón, Carolina y Guaynabo. Realmente nuestros Criollos con su gesta, ejemplo, lucha y sentimiento, unieron a Puerto Rico.


Reconocemos al equipo con el que nos enfrentamos, les felicitamos y agradecemos habernos retado y haber dado una lucha de altura, de buen baloncesto, de talento, estrategias y entusiasmo.


Gracias a Travis, a King, a Luisito, a Onzie, a Akil, a Devon, a Ernesto, a Hiram, Alexander, Richard, a Marlon, a Christian, a John y a José Carlos y gracias a Cuco, ¡al gran Cuco López! Que hasta nos hizo llorar de emoción. ¡A la fanaticada gracias! Gracias al dirigente y a su equipo técnico, nuestros respetos, pues gracias a ustedes, Caguas está de fiesta.

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