Por: Juan Illich Hernández
Con el emblemático y controversial eslogan “Votar PNP es votar por la corrupción” es que prácticamente se han ido caldeando no solo los ánimos antes del fenómeno electoral en el país, sino también en la psicología de masas. Estos comentarios expresados: “Votar PNP es votar por la corrupción” o “Votar por PNP es votar por LUMA” por el artista urbano “Bad Bunny” manifiestan a flor de piel el descontento social y cultural que ha ido arrastrando la fallida organización político- partidista de los estadistas (PNP) desde su fundación en el 1967.
Todo parece indicar, que con el juego demagógico y discursivo que muy bien recrean los lideres políticos como Thomas Rivera Schatz, Jennifer González, entre otros, utilizan a su favor el arte del lenguaje desde la victimología para distorsionar o desacreditar, tanto la imagen como opinión particular de Benito Antonio (Bad Bunny) por medio de los rótulos que hay en las carreteras del país. Sin embargo, el que se intente tergiversar la maniobra establecida por el artista, no quiere decir que su objetivo de volcar la percepción de la psicología social sea una fracasada. Precisamente, este ejercicio de sacudir los estados de ánimos y a su vez zona de confort entre políticos desde nuestro punto de vista en mejor momento no pudo haber acontecido, ya que la pronta respuesta que realizó el mismo equipo de trabajo de Rivera Schatz demostró el verdadero estado de pánico alarmante en el que se encuentran. Y qué mejor forma de ilustrar tales propósitos que llevando su particular mensaje “EL 5 DE NOVIEMBRE ¡BARREMOS! ¡PARA QUE BENITO _ AME!
Ya con esta sugestión de antemano, se infiere no solo la desestabilizante situación que confronta el partido PNP a nivel general, sino que también proyecta miedo. Es en ese sentido, que en el mismo mundo del mercadeo como a su vez medios de comunicación de masas, no existe tal cosa como mala publicidad. Señalamos esto, debido a que “críticos” de la farándula como la Comay y otros espacios televisivos a nivel local tildaron de acto errado el que Bad Bunny lanzara sin discreción su posicionamiento político e ideológico hacia el cuerpo representativo del PNP. Ha sido este hecho en particular el que abrió paso para que todo tipo de malestar y polémica que coexista entre este partido versus los otros desataran sus dilemas ocultos.
Si entretejemos cada una de estas descripciones y características exaltadas entre el PNP vs. Bad Bunny, podría decirse que durante estos últimos diez años sacando aparte lo acaecido en el verano del 2019 contra el niño bonito de papá (Ricardo Roselló), no ha habido un artista que revele de forma tan extravagante sus sentimientos patrios hacia el país después de René Pérez. Aunque a este cantante se le critique violentísimamente por la manera explícita, vulgar y hasta sexual de cómo expresarse, sigue siendo un gran movilizador/agitador de masas internacional. Y básicamente es ahí donde reside la verdadera grandeza de dicho artista porque todo lo que ha realizado no proviene de un vacío, sino más bien de la búsqueda de un trasfondo histórico- cultural del cuestionarse el porqué de las cosas.
En fin, no hay que endiosar a Bad Bunny por lo que hizo, pero sí es meritorio el darle el crédito por atreverse a desafiar las esferas de poder, justamente como ha sido la del cuadro político-estadista del PNP. A pesar de las posibles represalias que esto pueda traer consigo, lo admirable de dicha gesta fue que puso por encima de todo el sentimiento de pertenencia-patrio. ¡Bravo!
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