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Huelga de acontecimientos histórico-culturales (Parte II)

  • Foto del escritor: Editorial Semana
    Editorial Semana
  • hace 3 días
  • 3 Min. de lectura



Por: Juan Illich Hernández


Al ya tener más o menos una línea cronológica acerca de cómo hoy se ha ido ultrajado y hasta violentando nuestra historia, no solo humana, sino también general, el pensar recurrentemente en el fin es algo ya inextricable. Precisamente, el perfecto crimen y antídoto que esparce el estado anestésico de no pensar ni siquiera por nosotros mismos, no resultan ser los teléfonos inteligentes, ni muchísimo menos el auto- smart. Ahora de lo que se trata es más bien del autosabotaje y su íntima relación tóxica que guarda con la cultura actual del “yoísmo”, plus el “yo” puedo.


Se ha creído que desde que aconteció la psicología positiva en conjunto de las nuevas tecnologías a finales de siglo XX bajo su fundador Martin Selignman (1992) el ser humano es capaz de ser autosuficiente para ejecutar cualquier tipo de adversidad. Dichos planteamientos al aliarse con la espontaneidad, calculabilidad y predicción de los algoritmos del ordenador o de los dispositivos electrónicos entra en vigor ese desfase entre ser humano versus máquinas inteligentes. Esta da inicio a la huelga de los acontecimientos históricos. Tanto es así, que ya la memoria colectiva o narrativas orales ahora han sido sustituidas por los audiolibros.


Quiérase decir, que dentro de un aparente venidero siglo en vías de desarrollo como ha sido el XXI, a lo que hoy se le rinde culto y privilegia a la autoeficacia, cualidad que si analizamos a nivel profundo mina por completo las capas más finas de la mente humana. Yéndonos por esa dirección, observamos que ya la aptitud de memorizar fue sustituida por las aplicaciones inteligentes de los aparatos sociotécnicos, justamente como han sido las alarmas para levantarnos hasta calendarios para contabilizar los días de ovulación, entre otros. Es en ese sentido, que la ilusión del fin como bien nos presenta Jean Baudrillard (1992) contemporáneamente se encuentra más vivo que nunca.


El desarrollo de este contexto que podría ser definido como ilusorio, hiperreal o hasta ciberhumano lleva como principio, tanto teórico como práctico los fundamentos de la individuación de la psicología positiva. Este señalamiento de carácter psicosocial y político debe traducirse como algo antinómico, es decir, contradictorio, dado que es importante que los seres humanos logren autogestionarse. Sin embargo, es meritorio recordar que dentro de ese proceso de individuación o autenticidad jamás se pierda ese lazo con la sociedad, plus comunidad en sí. Es por ello, que esta unión entre individualidad, autogestión, autoeficacia, autodeterminación, etc. con la cultura cibernética de corte inteligente ha traído más problemas psicopatológicos que beneficios socioemocionales.


Mediante esta era ciberhumana denominada por Collete Soler (2015), es pertinente rescatar este mensaje el cual señala “son las máquinas inteligentes las que no solamente apalabran nuestra vida psíquica hoy día, sino también el entorno capitalista”. (p.124) Así que, si entrelazamos cada uno de los distintos fenómenos sociales que arrastra consigo la era maquínica “Smart”, hallamos que, si el siglo XX resultó ser uno inconcluso y ultraviolento, este es uno peor, puesto que es bajo las sutilezas que sobresale el verdadero terrorismo del no poder vivir en paz. El nuevo rostro del poder contemporáneo es evidentemente el control, el cual es mediado entre la típica relación entre dominador versus dominado. La mejor representación de esta dinámica social es el poder que le hemos brindado voluntariamente hacia la misma base de datos, ordenadores, tabletas, celulares, televisores, seguridad cibernética, satélites digitales, plataformas musicales y cultura de los likes.


Desde estos últimos es que tristemente la salud mental global ha ido en desmoronamiento afectivo (Continuará)…


Columna del Taller de Investigaciones Históricas Juan D. Hernández

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